AL
FlN, EL NATlVlSMO
El nativismo
poético es la culminación estética (Silva Valdés) y filosófica
(lpuche) del criollismo. Es la decantación de un viejo espíritu y
el triunfo de un renovado estilo. Superó largamente, y sin posible
comparación, la mitología lacrimosa de gauchos en la mala, de
ranchitos solitarios y habilidades ecuestres. Viene con un nombre
nuevo, pero detrás del nombre hoy un manifiesto tácito, un
reconocimiento visceral del lirismo. El primero que manejó el
vocablo fue Pedro Leandro lpuche, en “La Pajarera Nativa”,
escrito en l9l6. El que lo impuso fue Silva Valdés, con el triunfo
arrollador de “Agua del Tiempo” (l92l) subtitulado “Poemas
Nativos”. Luego el nombre se abrió cancha, convirtiéndose en un
“ismo” poético.
Se escribió sobre sus intenciones y sus realizaciones. Se le
proclamó infinitamente más auténtico que los artificiosos
productos de criollismo decadente, adjetivo, y se le vaticinó una
larga, eterna vida. Al fin se había logrado, se decía, la alianza
de lo americano sustancial con lo audacia del europeismo formal de
los vanguardistas post-belicistas; al fin amanecía un día nuevo en
lo pintura de Figari, en lo música de Fabini y en lo poesía de
Silva Valdés e lpuche. Pero lo dialéctica de la vida es incesante,
y su proceso no se detiene. El nativismo poético, abroquelado por
jubilosas metáforas, descubridor de categorías universales en el
pago chico, hubo de ceder posiciones ante una desencantada revisión
de lo gauchesco (Serafín J. García) y al empuje de un criollismo
militante, que recién se popularizó en nuestros días, cuyas
intenciones son denunciar las injusticias, luchar contra las
postergaciones humanas, articular una protesta social.
Estudio
de Daniel Vidart (Fragmento) – Extraído de CAPÍTULO ORIENTAL –
Fascículo 23 – Centro Editor de América Latina – Montevideo,
1968
Compartido por el amigo Diver, estamos profundamente agradecidos.
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